En España no existen los derechos humanos para los latinos
Solvy Hernández
Mi nombre es Solvy Hernández. Soy una periodista de 21 años de edad que luego de culminar mis estudios recibí como regalo un viaje hacia Europa específicamente a España, el cual acepté ilusionada ya que por primera vez podría salir de mi país a conocer una cultura diferente y deleitarme con nuevos paisajes por un período de dos semanas, pero mis planes se vieron truncados y totalmente arruinados al llegar al aeropuerto de Barajas en Madrid, no más de 3 minutos después de haber bajado del avión y enfilarme para la revisión de la policía fui separada de la fila sin ningún motivo aparente, sólo querían “hablar conmigo”, así lo expresó el primer policía con el que me topé y quien revisó mi pasaporte. Luego de unos minutos de espera otro oficial menciona en voz muy alta mi nombre y me dirijo hacia donde él me indica de una forma bastante fría, distante e incluso con una muy notable molestia de su parte. Una vez en su oficina no olvidaré sus palabras “A ver Solvy cual será tu historia”, en ese momento me sentí disgustada por su anticipada insinuación en relación a las razones por las cuales yo visitaba su país, sin embargo tranquila y con la conciencia muy limpia le cuento que he llegado a España con el fin de pasar dos semanas de vacaciones junto a una amiga que me está esperando en el aeropuerto, le digo que quiero conocer Madrid y todas las ciudades que pueda durante mi estadía, especialmente la catedral de Santiago de Compostela y le muestro todas mis reservaciones de hotel. El me pregunta ¿qué vas a hacer el resto de los días? y se molesta al ver que no llevo conmigo una lista diaria de las actividades turísticas que iba a realizar con nombre de los destinos y reservaciones canceladas en cada uno de ellos, lo cual me resultó bastante absurdo tomando en cuenta que un turista puede tener muchos planes y sin embargo no tener la seguridad de poder llevarlos a cabo por completo y más siendo la primera vez que visita el país, razón por la cual no se arriesgaría a pagar más que una noche en cada destino, requisitos que en mi caso estaban en completo orden. El funcionario continúa interrogándome según sus palabras textuales para conocer la razón oculta por la cual había llegado a España, llegándome a preguntar incluso el porqué de realizar el viaje sola y no junto a una pareja, otro elemento absurdo de su procedimiento debido a que cada persona está en el derecho de viajar como le plazca y si en mi caso lo hacía sin compañía no quiere decir que iba a quedarme ilegalmente en su país. Una vez finalizado el intimidante interrogatorio el oficial culminó diciendo “Vale Solvy si más tarde tienes algo que contarme que haga que mis cuentas cuadren mejor y revelen el verdadero motivo por el que estas aquí me lo cuentas”. Evidentemente mi molestia e impotencia eran muy grandes en ese momento, al sentirme humillada sin razón alguna, pero ni siquiera eso me habría preparado para lo que viviría más tarde.
Luego de una larga espera en una sala conjunta al lugar del interrogatorio comenzaron a llegar más personas rechazadas entre las cuales estaban 6 venezolanos incluyendo a una niña de 5 años, me percaté que un joven venezolano realizaba llamadas desde su teléfono celular y me senté a su lado para pedirle que me permitiera usar su teléfono, lo cual fue determinante para mí, debido a que no sabía que no me iban a dejar comunicarme con nadie minutos más tarde y fue el único medio que tuve para poder avisarle a mi amiga lo que estaba sucediendo, en cierto modo fui afortunada porque si no mi familia no se habría enterado de mi paradero. Además llegaban personas mexicanas entre las cuales estaba un periodista que al igual que yo tomó nota de todo lo que nos hacían y lo que ocurría para luego denunciarlo en su país, también llegaban brasileros con niños, argentinos y chilenos. Al paso de una hora ya habían interrogado a todos los que allí nos encontrábamos, despojados de nuestra documentación. Otro oficial nos lleva hacia una oficina unos tres pisos más arriba de la central policial, en la que nos encierran a más de 30 personas en un espacio sumamente pequeño sin ventilación. Los nervios comienzan a relucir entre los que nos encontrábamos en tan extraña situación, algunos lloraban otros simplemente se les observaba molesto ante la circunstancia y el resto lucía inexpresivo o angustiado. Allí conocemos a la “trabajadora social” quien en lugar de prestar alguna ayuda psicológica abre la puerta y nos deja claro que estamos en “tierra de nadie” y que lo que nos suceda es absoluta potestad de ellos, en ese momento entendimos que cualquier cosa que nos pasara allí sería un misterio y ni siquiera nuestras familias se enterarían. Además, esta trabajadora social desempeña la función de vender tarjetas telefónicas que supuestamente servirán para llamar a tu respectivo país y es mentira, por lo menos en el caso de Venezuela fue imposible realizar una llamada con éxito.
A la 1 de la tarde se nos informa que seremos atendidos por un abogado e interrogados nuevamente por un oficial a partir de las 4:30 de la tarde debido a que los oficiales estarían comiendo, en el transcurso fuimos despojados de todas nuestras pertenencias incluyendo teléfonos, comida, agua, medicamentos y cualquier cosa que tuvieses encima, sin importarles nada, como fue el caso de Zuleima Dávila quien llevaba con ella a su niña de 5 años y le quitaron la comida de la bebé que llevaba en el bolso de mano, compotas, galletas, cereales etc. La niña pasó todo el día sin recibir bocado, mientras que los demás recibimos una comida totalmente desagradable y de mal sabor. La cual aceptamos debido a que habíamos estado todo el día sin comer.
Las cosas no mejoraron cuando llegó la famosa entrevista que después nos daríamos cuenta que era una total farsa por parte del cuerpo policial, lo cual puedo afirmar entre otras cosas por el testimonio de una compañera mexicana a quien un oficial le había dicho minutos antes “lo que pasa es que estamos hartos de los latinos, no queremos más latinos en este país”, lo que sería la verdadera razón de todo lo que nos sucedía. La entrevista constaba de un interrogatorio realizado por un policía y en presencia de un abogado quien supuestamente tenía en sus manos la decisión de dejarte entrar o no al país, sin embargo la decisión ya estaba tomada incluso desde las 11:30 am cuando fuimos separados de la fila de revisión, es decir todo ese tiempo sólo fuimos burlados debido a que ya se sabía que seríamos devueltos a nuestros respectivos países, afirmación que recibí de boca del mismo abogado Andrés G. Malamud. Luego de testificar se nos obligó a firmar el testimonio que en la mayoría de los casos no era justamente lo dicho por nosotros, además de ser firmado por personas como yo que contábamos con todos los requisitos legales para el acceso a España, además que no les importó el hecho de que les comentara que mi acto de graduación como Comunicadora Social es el próximo 24 de noviembre razón por la cual debía estar en mi país antes de esa fecha lo que les corroboraría el hecho de que no pretendía quedarme a vivir ilegalmente en su país, todo esto aunado a que mi hermana mayor había realizado el mismo viaje un año antes sin presentar ningún inconveniente, además había personas con cartas de invitación, entradas al juego del Barca, suficiente dinero en efectivo, reservaciones de hotel y hasta los mismos familiares esperando en el aeropuerto, a los cuales se les negó vernos. Pero debíamos firmarlo porque si no correríamos el riesgo de quedarnos por un tiempo bastante largo en ese sombrío y desagradable lugar. Además de firmar una confirmación de que no contábamos con los recursos para cancelar los honorarios del abogado que nunca cumplió su función. En resumidas cuentas fuimos humillados, burlados, engañados y además obligados a firmar una hoja que le permitiría al abogado cobrar sus honorarios al gobierno español.
Está claro que los derechos humanos son totalmente pisoteados en este país en especial con la comunidad latina. Una de las peores noticias que recibiríamos sería que debíamos pasar la noche en aquel horrible lugar hasta que saliera el próximo vuelo hacia nuestros países, dormir en unas literas en estados deplorables, que además no sería permitido el acceso a las mismas sino hasta las 12:30 de la madrugada, es decir debíamos estar en una silla hasta esa hora sin hacer ruido, sin poder hacer una pregunta porque recibíamos como respuesta “un momento ¿vale?”, ellos controlan hasta la hora en que debe descansar una persona con más de 14 horas de vuelo en algunos casos, todo un día de abusos a nuestros derechos humanos y sin acceso a nuestras pertenencias, sin poder ducharnos o cambiarnos de ropa, sin poder comunicarnos con nuestros familiares y depender únicamente de sus teléfonos, a los que nuestras familias debían comunicarse pero ¿cómo se enteraban ellos de la existencia de estos teléfonos si nosotros no podíamos hacer llamadas a Venezuela?, toda esta situación aunada a las descaradas risas y burlas de todo el personal.
Cuando creímos que la pesadilla estaba terminando algunos compañeros decidieron jugar un partido de fútbol colocando como arquerías dos sillas y siendo el balón un pote de agua mineral, ese probablemente fue el único momento de risa que pudimos tener dentro de este terrible suceso. Al pasar unas dos horas después del partido de nuestros compañeros se acerca el policía de guardia y comienza a insultarlos diciendo cosas como: “¿hasta cuándo van a seguir haciendo estupideces?, parecen tontos, no se dan cuenta la hora que es, me han tocado los cojones, si no quieren que los encierre bajo llave en una habitación dejen de ser tan estúpidos y dejen de jugar con esa mierda, si en un cuarto de hora no están durmiendo los encierro en una habitación bajo llave a los dos”. En ese momento yo era la única a parte de mis compañeros y rompí a llorar por primera vez en el día, sentí una desesperación demasiado grande y temía pasar más de un día allí. Además al llegar a Venezuela pude darme cuenta que lo que les sucedió a mis compañeros puede ser mucho peor , como el caso que leí a través de internet en la página “maltratos en el aeropuerto de Madrid”, donde contaba la historia de un joven que al querer aclarar sus dudas con los oficiales del porqué les estaba sucediendo todo eso si contaban con los requisitos para entrar, fue agredido por varios oficiales en una de las habitaciones de la cual lo sacaron totalmente ensangrentado y les fue prohibida la entrada a los demás a dicha habitación por la condiciones en las que había quedado.
Al día siguiente a las 8am casi nos tumban las puertas con golpes y gritos para que supiéramos que debíamos salirnos de las habitaciones, como si les costara mucho dejarnos descansar después de todo lo que habíamos vivido el día anterior. Ya cerca de la hora del mediodía vinieron a decirnos a los venezolanos que saldríamos en diez minutos, nos llevaron como delincuentes con varios oficiales hasta una patrulla policial que nos dejó al comienzo de las escaleras de emergencia del avión, abordamos como si hubiésemos cometido un delito que provocara nuestra deportación, no se nos regresó nuestra documentación, se les fue entregada a la tripulación. Fuimos ubicados en la parte trasera del avión y el trato del personal en el vuelo fue totalmente diferente al saber que éramos inadmitidos, al llegar a nuestro país y recibir finalmente nuestros pasaportes nos dimos cuenta que los habían sellado prohibiéndonos la entrada los próximos 6 meses a España.
Todo esto es vivido a diario por latinos que sin importar que cumplan con los requisitos para la entrada a España son escogidos al azar para vivir esta espantosa experiencia que estoy segura quedará grabada en la memoria de todos los que desafortunadamente la vivimos, como en mi caso al ser la primera vez que salgo de mi país y sentirme humillada de esta forma. Y desde el punto de vista periodístico es notable que los oficiales no están preparados para diferenciar quiénes van con intensiones de quedarse o no, lo cual sí afecta directamente a su país debido a que a los delincuentes, narcotraficantes y mujeres que llegan con la intensión de prostituirse sí se le es permitida la entrada, mientras que miles de personas inocentes y que cumplen con sus requisitos legales como turistas son aplastados con la fuerza de un equipo policial que se dedica a humillarlos y a pisotear sus derechos humanos, que deben ser respetados sin importar que cumplan o no con los requisitos debido a que somos seres humanos y no animales.
En cuanto a los venezolanos sólo desde el mes de julio hasta septiembre del 2009 han sido devueltos en estas mismas condiciones más de 900 turistas que viajan con la expectativa de disfrutar sus vacaciones en este país donde nos pisotean y nos humillan de esta forma, es necesario que esto lo sepan todas las personas que piensan viajar a España y en especial las familias que hoy no saben por qué no han recibido noticias de sus familiares, sepan que quizás estén encerrados sufriendo todas estas calamidades y ustedes ni siquiera pueden saberlo porque como ellos mismos dicen “están en tierra de nadie”.
Solvy Hernández es periodista venezolana.
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